enero 22, 2007

"Supo Poe..."

Para variar el tema del blog y no convertirla en un folleto para ser veggie, dejo una entrevista ficticia con Edgar Allan Poe que hicimos para Comunicación Escrita.

Edgar Allan Poe
El terror hacia lo convencional


Perched upon a bust of Pallas just above my chamber door –
Perched, and sat, and nothing more.
The Raven[1]


Es imposible dejar de observar detenidamente el mismo busto de Palas sobre el cual pudo posarse un cuervo cualquiera. Situación que pudo haber inspirado la creación del poema que aún tiene a la nación repitiendo: Nevermore.

Hace apenas dos meses, en este mismo periódico se publicó la obra maestra del ya conocido Edgar Allan Poe, El Cuervo; y sin embargo, el efecto somnífero del poema envuelve a quien sea que visita su hogar en Bloomingdale. Hombre de frente vasta y dominadora, llena de protuberancias que lo hacen ver meditabundo; de mirada profunda que congela a quien observe sus ojos sombríos; de nariz pequeña y boca fina y triste; tez pálida y semblanza melancólica; Poe no cambia de expresión aún después de terminada su daguerrotipia.

El Sr. Poe observa de reojo el mismo busto. “El terror que palpita en mis narraciones no proviene de la remota Alemania, como por ahí algunos afirman; sino brota de las más profundas oscuridades de mi alma.”[2] Así empieza Poe el relato de su proceso creativo, su vida y su visión del mundo actual.

Nació el 19 de enero de 1809 en Boston, Massachussets de una pareja de artistas ambulantes. Tras su muerte, fue protegido por los Allan; con quienes viajó a Inglaterra y gracias a los cuales recibió una buena educación. Desde entonces, el pequeño Poe se interesó por la literatura. “Siempre admiré a Lord Byron; lo emulaba en varios sentidos: nadé seis millas contra la corriente del río James, momento que se inmortalizó en el diario local.”[3] Además, debido al negocio de su padre, Poe tuvo contacto con marineros y generales provenientes de lugares exóticos y dispuestos a relatar sus aventuras.

Sin embargo, su crianza sureña es probablemente una de sus mayores influencias. Las nodrizas y esclavos con quienes convivió relataban historias sobre fantasmas, cementerios y cadáveres. Además, se inició en el ritmo de la música negra, lo cual formará parte de su teoría sobre la construcción de poemas. “Hacer poesía se refiere a la creación rítmica de belleza. Los poemas deben encantar al lector y adentrarlo en el mundo o la magia interior del poema mediante hipnosis. Deben atraer tanto a los oídos como a los ojos de los lectores. Es la única manera de alcanzar satisfactoriamente el objetivo del poema, cualquiera que éste sea.”[4]

No es necesario hacer un ensayo para demostrar la aplicación de la teoría en sus poemas. Tan solo leer El Cuervo en voz alta transporta al lector y a los oyentes al mundo desesperado del protagonista. Probablemente por esta razón, Poe siempre es solicitado para recitar el poema. Escuchar cada estrofa es el último paso del encantamiento inherente en su obra, sean cuentos o poemas.


“Soy irremediablemente poeta.”
– Edgar Allan Poe

Esta fama llegó sorpresivamente para los lectores e intelectuales; no obstante, Poe siempre confió en sus habilidades literarias, al grado de romper relaciones con su padre por no permitirle estudiar su pasión. Y fue también esa confianza la que le permitió persistir hasta alcanzar la perfección en El Cuervo. “Soy irremediablemente poeta. ¡Gloria y fama son mi aliento vital, la sangre que me alimenta! Un hombre no puede decirse vivo hasta ser famoso.”[5]

Acusado por los literati de seguir las pautas del gótico germánico, Poe siempre se mantuvo como un espíritu independiente de las modas literarias. A diferencia de otros autores con influencia gótica, Poe no se deja llevar por el nacionalismo y sitúa sus historias en sociedades europeas y paisajes exóticos; resaltando, sin embargo, el ambiente psicológico y emocional de los personajes.

Esas acusaciones también se fundamentan en los temas mórbidos y metafísicos de su obra. Poe parece vivir desvinculado por completo del tiempo en que vive; pese a los avances científicos y tecnológicos de la época (como el telégrafo, ferrocarril, etc.), no existen alusiones importantes a ellos en sus cuentos o poemas. En cambio, abundan los artefactos de civilizaciones antiguas, los cuales simbolizan las mentes inestables de la mayoría de sus personajes o la muerte de algún otro, principalmente, la de una mujer.

“El más poético de los temas es la muerte de una hermosa mujer” – bromea Poe; sin embargo, su expresión cambia al asomarse a la recámara de su mujer, Virginia. Desde hace tres años, su esposa ha luchado contra la tuberculosis, enfermedad que ha terminado con las vidas de varios allegados a Poe. Al preguntarle si esa es la razón por la que describe perfectamente los ritos funerarios y los sentimientos de los dolientes, Poe se torna más serio y sus ojos parecen tener una profundidad infinita; desvía la mirada y sólo responde a través de una risa burlona: “Mi infancia no fue como la de los demás, ni mis ojos ven como los de los otros. Fútil es explicarme, pues no me entenderían.”

Es entonces cuando las botellas de ron y whisky llaman la atención en el pequeño estudio repleto de libros; y el olor a láudano satura el olfato. Acostumbrado a aparecer en los encabezados de los diarios culturales como el arquetipo del poeta romántico: incomprendido, alienado e incivilizado; Poe asegura que el mundo sólo lo ve en los momentos de locura, pero ignora sus largos periodos de vida sana y laboriosa. “Mis enemigos atribuyeron la locura a la bebida, en vez de atribuir la bebida a la locura.”[6]
A pesar de que las ideas de sus obras sean atribuidas a los efecto del opio y el alcohol, y que con base en este argumento, se intente descalificar su calidad, Poe ha demostrado que no sólo el cuento es aceptado entre el público, sino también la poesía (antes reservada a un reducido grupo elitista).

El terror utilizado por Poe fascina a los lectores porque los pone en contacto con inquietudes existenciales y atemporales, comunes a cualquier persona en cualquier lugar. Ya sea que relate la ansiedad de una persona al ser enterrada viva, la persecución de un demonio animal o el racismo, Poe se muestra dueño de esos mundos.

El precio de su genio es ser incomprendido y menospreciado. Puesto que sus ideas difieren del común, es a veces considerado un loco o, al menos, recibe un pago menor. Poe, sin embargo, parece estar consciente de su singularidad: “Me he entretenido a vecestratando de imaginar cuál sería el destino de un individuo dueño (o más bien víctima) de un intelecto muy superior a los de su raza… El infierno es incapaz de inventar una tortura peor que la de ser acusado de debilidad anormal por el hecho de ser anormalmente fuerte.”[7]



Otras obras de Edgar Allan Poe:
1829. Al Aaraaf, Tamerlane y Poemas menores.
1831. Poemas.
1832. Metzergerstein; La Baratija Perdida; Duque de L’Omelette; Una Pérdida Decidida; Cuento de Jerusalén.
1833. Manuscrito Hallado en una Botella.
1835. Berenice; Morella.
1838. Las Aventuras de Arturo Gordon Pym.
1839. La Caída de la Casa de Usher; William Wilson.
1840. Cuentos de lo Grotesco y lo Arabesco.
1841. Los asesinatos de la Calle de Morgue.
1842. El Pozo y el Péndulo; La Máscara de la Muerte Escarlata.
1843. El Gato Negro; El Corazón Delator; El Escarabajo de Oro.
1845. El Cuervo.




[1] “Fue a posarse en el busto de Palas, sobre el dintel de mi puerta. Posado, inmóvil, y nada más.” El Cuervo. Poe, Edgar Allan. (2001). Narraciones extraordinarias. Prólogo de María Elvira Bermúdez. México: Porrúa. p. 322
[2] Cita de Edgar Poe en: Sánchez Azuara, Gilberto. (1989). Lecturas Selectas de Edgar Allan Poe. México: Limusa. p. 8
[3] Poe, Edgar Allan. (1998). Cuentos, 1. Prólogo, traducción y notas de Julio Cortázar. España: Alianza. p. 11 – 12
[4] Poe, Edgar Allan. (2004). The Essential Tales and Poems of Edgar Allan Poe. Edición, introducción y notas de Benjamin F. Fisher. New York: Barnes & Noble Classics. p. XX
[5] Cita de Edgar Poe en: Sánchez Azuara, Gilberto. (1989). Lecturas Selectas de Edgar Allan Poe. México: Limusa. p. 7 – 8
[6] Poe, Edgar Allan. (1998). Cuentos, 1. Prólogo, traducción y notas de Julio Cortázar. España: Alianza. p. 33
[7] Poe, Edgar Allan. (1999). Cuentos de Terror. Prólogo de Jose Juan Dávila Sota. México: Editores Mexicanos Unidos. p. 6

No hay comentarios.: