septiembre 30, 2007

Can you paint with all the colors of the wind?

Crowe dejó que las palabras surtieran efecto un momento. Había pensado mucho sobre el enfoque del proyecto. Finalmente se había convencido de que fracasaría de antemano si no lograba combatir los prejuicios de los miembros de la expedición.

- Lo que quiero decir es que en la ciencia ficción prácticamente no hay un tratamiento serio de esas culturas extrañas. De hecho, los extraterrestres aparecen generalmente como una expresión aumentada hasta lo grotesco de los miedos y esperanzas humanos. Los alienígenas de Encuentros del tercer tipo simbolizan nuestra nostalgia del paraíso perdido. En el fondo son ángeles, y de hecho se comportan como tales. Algunos elegidos son llevados a la luz. Por otra parte, nadie se interesa por la cultura que pudieran haber desarrollado esos extraterrestres. Sirven a las representaciones religiosas más simples. Todo en ellos es profundamente humano, porque así lo desean los humanos; incluso su forma de aparición responde a nuestros valores: luz blanca resplandeciente, visiones etéreas..., exactamente como nos gustaría que sucediese. Esos seres son tan poco extraterrestres como los de Independence Day. En este caso se trata de seres malvados, pues representan nuestro concepto de maldad. Tampoco a ellos se les concede una auténtica existencia. El bien y el mal son valores definidos por los seres humanos. Prácticamente ninguna historia despierta interés si no los tiene en cuenta. Y es que nos resulta difícil asumir que nuestros valores no sean compartidos por los demás y que nuestros conceptos del bien y del mal no correspondan con los suyos. Para llegar a semejante conclusión no es necesario escuchar el universo. Cada nación, cada cultura tiene sus propios extraterrestres, y son siempre los que están al otro lado de la frontera. Si no asumimos esto, no podremos comunicarnos con esa inteligencia desconocida, pues lo más probable es que no haya una base de valores en común, que no haya un bien y un mal universal; posiblemente ni siquiera disponemos de sistemas sensoriales compatibles para poder comunicarnos.
[...]
- Si queremos comenzar a pensar en contactos reales con extraterrestres, quizá deberíamos imaginarnos un estado de hormigas. Como saben, las hormigas son sumamente organizadas pero no son realmente inteligentes. No obstante, supongamos que lo fueran. Entonces tendríamos que comunicarnos con una inteligencia colectiva que devora a los enfermos y heridos sin considerarlo moralmente reprobable, que hace la guerra sin comprender nuestra idea de paz, que considera la reproducción individual como algo completamente inaudito y que intercambia y consume excrementos de manera habitual; es decir, una comunidad que funciona de un modo completamente diferente, pero que funciona. Y ahora demos un paso más, imaginen que ni siquiera reconocemos como tal a esa inteligencia extraña. A Leon, por ejemplo, le gustaría saber si los delfines son inteligentes, de modo que realiza complicadas pruebas; pero ¿eso le aporta alguna certeza? Y por otro lado, ¿cómo nos ven los otros? Los yrr nos combaten, pero ¿nos consideran inteligentes? Espero estar siendo suficientemente clara... Con independencia de lo que hagamos en nuestra misión, nunca lograremos acercarnos a los yrr si consideramos nuestros valores como el centro del mundo y del universo. Debemos reducirnos a lo que somos de facto: una de la incontables formas de vida posibles que carecen de derechos especiales sobre el gran todo.



Schätzing, Frank. (2006). El Quinto Día. España: Planeta Internacional. pp. 654

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